En el competitivo mundo del moldeo por inyección, lograr precisión no se limita solo a la exactitud dimensional, sino también a salvaguardar la calidad del producto en cada etapa del ciclo de moldeo. Una de las etapas más descuidadas, pero a la vez cruciales, es la expulsión. Un sistema de expulsión mal diseñado o desalineado puede dejar arañazos, marcas de tensión o incluso deformaciones permanentes en componentes plásticos delicados. Para las industrias que dependen de acabados impecables, como la de dispositivos médicos, electrónica de consumo y automoción, hay mucho en juego.